El Mandato Divino Y La Gran Comisión De Jesús En Mateo 28 18-20
En el corazón del Nuevo Testamento, el evangelio de Mateo culmina con un pasaje trascendental que ha resonado a través de los siglos: la Gran Comisión. Este mandato divino, registrado en Mateo 28:18-20, no es simplemente un cierre para el libro, sino una directiva esencial para todos los cristianos y la iglesia en su conjunto. Este pasaje encapsula la misión fundamental que Jesús encomendó a sus discípulos, una misión que continúa siendo relevante y urgente en el mundo actual. Para comprender la profundidad de este mandato, es crucial analizar cada uno de sus componentes, desde la autoridad declarada por Jesús hasta la promesa de su presencia continua.
Autoridad Suprema de Jesús (Mateo 28:18)
Jesús, el Cristo resucitado, se presenta ante sus discípulos con una declaración audaz y transformadora: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra". Esta afirmación no es una mera formalidad, sino la base sobre la cual se construye toda la Gran Comisión. La autoridad de Jesús no es limitada ni territorial; abarca la totalidad del universo, tanto en el ámbito celestial como en el terrenal. Esta autoridad suprema es el fundamento de su capacidad para comisionar a sus seguidores a una tarea tan monumental como la evangelización del mundo.
Implicaciones de la Autoridad de Jesús
La autoridad de Jesús implica varias verdades cruciales. En primer lugar, Jesús es el Señor soberano sobre toda la creación. Su poder no se limita a un dominio espiritual abstracto, sino que se extiende a cada aspecto de la realidad. Esto significa que tiene la autoridad para gobernar, juzgar y redimir. En segundo lugar, esta autoridad fue dada a Jesús. El verbo griego utilizado aquí sugiere que esta autoridad le fue conferida, lo que apunta a su relación única con el Padre. Jesús, como el Hijo eterno de Dios, recibe esta autoridad como parte de su exaltación después de su resurrección. Finalmente, esta autoridad es el fundamento de nuestra misión. No estamos actuando por nuestra propia cuenta, sino bajo la autoridad y el mandato de Jesucristo. Esta comprensión nos da confianza y nos impulsa a cumplir su comisión con valentía y determinación.
Contexto Histórico y Teológico
Para apreciar plenamente la declaración de Jesús, es importante considerar el contexto histórico y teológico. En el mundo antiguo, la autoridad era un concepto central en la vida social y política. Los reyes y emperadores afirmaban su poder sobre sus súbditos y territorios. Sin embargo, la autoridad de Jesús trasciende cualquier poder terrenal. Su autoridad proviene directamente de Dios y se extiende a toda la creación. Teológicamente, esta declaración se alinea con las afirmaciones del Nuevo Testamento sobre la divinidad de Jesús. Él no es simplemente un maestro o profeta, sino el Hijo de Dios encarnado, el Rey de reyes y Señor de señores.
El Mandato de Hacer Discípulos (Mateo 28:19-20)
La Gran Comisión de Jesús, después de afirmar su autoridad, Jesús procede a dar el mandato central de la Gran Comisión: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado". Este mandato es multifacético y abarca varias acciones clave: ir, hacer discípulos, bautizar y enseñar.
Ir a Todas las Naciones
El primer aspecto del mandato es la orden de ir. Este verbo implica movimiento, acción y un sentido de urgencia. Los discípulos no debían quedarse en un lugar, sino salir y llevar el mensaje del evangelio a todas las naciones. La palabra "naciones" (en griego, ethne) se refiere a grupos étnicos o pueblos. Esto indica que la misión de la iglesia no es limitada geográficamente ni culturalmente. El evangelio debe ser proclamado a todas las personas, sin importar su origen o trasfondo. Este llamado a la universalidad es un tema recurrente en los evangelios y en el resto del Nuevo Testamento.
Hacer Discípulos: El Corazón de la Comisión
El núcleo de la Gran Comisión es el mandato de hacer discípulos. Este no es simplemente un llamado a convertir personas al cristianismo, sino a formarlos como seguidores de Jesús. El discipulado implica un compromiso profundo con Cristo y sus enseñanzas. Un discípulo es alguien que aprende de Jesús, lo sigue y se esfuerza por vivir de acuerdo con sus mandamientos. Hacer discípulos implica un proceso continuo de instrucción, modelado y relación. Requiere paciencia, dedicación y un amor genuino por aquellos a quienes estamos discipulando.
Elementos Clave del Discipulado
El discipulado abarca varios elementos clave. Primero, implica una relación personal con Jesús. Los discípulos deben conocer a Jesús, amarlo y confiar en él. Segundo, el discipulado implica aprender las enseñanzas de Jesús. Esto incluye el estudio de la Biblia, la oración y la reflexión sobre la vida y el ministerio de Jesús. Tercero, el discipulado implica obedecer los mandamientos de Jesús. Esto significa vivir de acuerdo con sus enseñanzas y seguir su ejemplo. Finalmente, el discipulado implica compartir el evangelio con otros. Los discípulos están llamados a ser testigos de Jesús y a invitar a otros a seguirlo.
Bautizar en el Nombre de la Trinidad
El mandato de Jesús incluye el bautismo "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". El bautismo es un acto de identificación con Cristo y una declaración pública de fe. Es un símbolo de muerte al pecado y resurrección a una nueva vida en Cristo. La fórmula trinitaria utilizada en el bautismo subraya la creencia cristiana en un Dios que existe en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta fórmula es una afirmación fundamental de la doctrina cristiana y distingue el bautismo cristiano de otros ritos de iniciación.
Significado del Bautismo
El bautismo tiene un profundo significado espiritual. Representa la limpieza del pecado, la entrada en la comunidad de creyentes y la recepción del Espíritu Santo. Es un acto de obediencia a Cristo y una señal de compromiso con su señorío. El bautismo no es simplemente un ritual vacío, sino un paso crucial en la vida cristiana. Es una puerta de entrada a una nueva vida en Cristo y una participación en su muerte y resurrección.
Enseñar a Obedecer los Mandamientos de Jesús
Finalmente, Jesús manda a sus discípulos enseñar a los nuevos creyentes "que guarden todas las cosas" que él ha mandado. La enseñanza es un componente esencial del discipulado. No basta con hacer conversos; es necesario instruirlos en las verdades de la fe cristiana y capacitarlos para vivir de acuerdo con los mandamientos de Jesús. Esta enseñanza debe ser integral y abarcar todos los aspectos de la vida. Los discípulos deben aprender a aplicar las enseñanzas de Jesús a sus relaciones, su trabajo, sus finanzas y todas las demás áreas de su vida.
La Importancia de la Obediencia
La obediencia es un tema central en las enseñanzas de Jesús. Él mismo dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15). La obediencia no es simplemente un cumplimiento externo de reglas, sino una expresión de amor y lealtad a Cristo. Los discípulos deben ser enseñados a obedecer los mandamientos de Jesús no por obligación, sino por amor y gratitud. Esta obediencia transforma sus vidas y los capacita para vivir como verdaderos seguidores de Cristo.
La Promesa de la Presencia de Jesús (Mateo 28:20)
La Gran Comisión de Jesús concluye con una promesa consoladora y poderosa: "y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Esta promesa no es simplemente un añadido opcional, sino una parte integral del mandato. La presencia de Jesús no es limitada temporalmente ni geográficamente. Él promete estar con sus discípulos "todos los días", lo que significa en cada momento y en cada circunstancia. Además, su presencia se extiende "hasta el fin del mundo", lo que indica que su apoyo y guía nunca cesarán.
El Significado de la Presencia de Jesús
La promesa de la presencia de Jesús tiene un profundo significado para los cristianos. En primer lugar, nos asegura que no estamos solos en la tarea de cumplir la Gran Comisión. Jesús no nos envía a esta misión sin su apoyo. Él está con nosotros, guiándonos, fortaleciéndonos y dándonos el poder para llevar a cabo su voluntad. En segundo lugar, la presencia de Jesús nos da confianza y valentía. Sabemos que no estamos luchando en nuestras propias fuerzas, sino con el poder de Cristo. Esta confianza nos capacita para enfrentar los desafíos y obstáculos que encontramos en el camino.
La Presencia de Jesús en la Historia de la Iglesia
A lo largo de la historia de la iglesia, la promesa de la presencia de Jesús ha sido una fuente de consuelo y fortaleza para los creyentes. En tiempos de persecución, dificultad y desaliento, los cristianos han encontrado ánimo en la certeza de que Jesús está con ellos. Esta promesa ha inspirado a misioneros, pastores, evangelistas y a innumerables creyentes a perseverar en la tarea de compartir el evangelio y hacer discípulos. La presencia de Jesús no es solo una doctrina teológica, sino una realidad viva que transforma vidas y da poder a la iglesia para cumplir su misión.
Implicaciones Contemporáneas de la Gran Comisión
La Gran Comisión de Jesús no es simplemente un mandato histórico, sino una directiva viva y relevante para la iglesia en el siglo XXI. En un mundo marcado por la globalización, la diversidad cultural y los desafíos sociales, la Gran Comisión nos llama a salir de nuestras zonas de confort y a llevar el evangelio a todas las naciones. Esto implica evangelizar en nuestras propias comunidades, apoyar a misioneros en el extranjero y buscar oportunidades para compartir el evangelio en lugares donde el nombre de Jesús es poco conocido.
Desafíos y Oportunidades
En el mundo contemporáneo, existen tanto desafíos como oportunidades para cumplir la Gran Comisión. Los desafíos incluyen la oposición al evangelio, la indiferencia religiosa, el materialismo y la persecución de cristianos en muchas partes del mundo. Sin embargo, también hay oportunidades significativas. La tecnología moderna, como Internet y las redes sociales, ofrece nuevas formas de compartir el evangelio a escala global. Además, muchas personas están buscando respuestas a preguntas fundamentales sobre la vida, el propósito y la verdad. La iglesia tiene la oportunidad de ofrecerles el evangelio de Jesucristo, la única respuesta verdadera a sus necesidades.
El Papel de Cada Cristiano
La Gran Comisión de Jesús no es solo para pastores y misioneros, sino para cada cristiano. Todos los creyentes están llamados a participar en la tarea de hacer discípulos. Esto puede implicar diferentes roles y responsabilidades, pero todos tenemos un papel que desempeñar. Algunos pueden ser llamados a evangelizar directamente, compartiendo el evangelio con amigos, familiares y compañeros de trabajo. Otros pueden apoyar la misión a través de la oración, las donaciones y el servicio. Lo importante es que cada creyente se tome en serio la Gran Comisión y busque formas de contribuir a su cumplimiento.
Conclusión
La Gran Comisión de Jesús en Mateo 28:18-20 es un mandato divino que define la misión de la iglesia en el mundo. Basada en la autoridad suprema de Jesús, esta comisión nos llama a hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a obedecer sus mandamientos. La promesa de la presencia continua de Jesús nos asegura que no estamos solos en esta tarea. En el siglo XXI, la Gran Comisión sigue siendo relevante y urgente. Cada cristiano tiene un papel que desempeñar en el cumplimiento de esta misión, llevando el evangelio a un mundo que necesita desesperadamente la verdad y el amor de Jesucristo. Al abrazar la Gran Comisión, la iglesia puede cumplir su propósito divino y ser una luz para las naciones, llevando la esperanza y la salvación de Cristo a todos los rincones de la tierra.
La Gran Comisión no es una opción, sino un imperativo para todos los que siguen a Cristo. Que cada uno de nosotros responda a este llamado con fe, valentía y un compromiso inquebrantable de hacer discípulos para la gloria de Dios.